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Crónica y fotos de "ET el extraterrestre" en Madrid (28/12/16)

05-01-2017

El pasado 28 Diciembre tuvimos el honor de asistir al pre-estreno de la nueva super producción de High C Music: la proyección en versión original de ‘E.T. el extraterrestre’ (1982) con la música en directo interpretada por la Barbieri Symphony Orchestra y dirigida por Bruno Axel con el motivo del 35º aniversario de la película. No es la primera vez que High C Music apuesta por un espectáculo de música de cine: hace sólo un año colaboraron con el compositor de bandas sonoras Lucas Vidal para hacer un homenaje a la música de John Williams en el Teatro Real de Madrid.

 

Este año la cita tuvo lugar en el Teatro de la Zarzuela de la misma ciudad y consistió en la interpretación de sólo una de las bandas sonoras de John Williams: “E.T. el extraterrestre”. El film, dirigido por Steven Spielberg, se estrenó en 1982 convirtiéndose en la película más taquillera del momento (superando incluso a Star Wars (1977), aunque posteriormente relegada por Jurassic Park (1993)). Algunos la consideran la mejor película de ciencia ficción jamás realizada, junto al primer episodio de la saga de Star Wars. La música de John Williams en estas películas es todo un referente para los amantes del cine y su colaboración con Spielberg en otros trabajos no pasa desapercibida a la historia de este arte ni a la atenta mirada de sus fans. Precisamente la banda sonora de E.T. es una de sus composiciones más célebres. Junto a Star Wars, Superman, Indiana Jones, Jurassic Park, La lista de Schindler o Harry Potter, Williams ha creado un lenguaje propio y reconocible incluso por el público menos musical, a la altura de los grandes compositores (en la opinión de un servidor).

 

El evento empezó con un poco de retraso debido en parte al tiempo que tardó el público en ocupar sus asientos. Entre rostros de celebridades como Marta Sánchez o Macarena Gómez, nos sentamos en el extremo izquierdo del patio de butacas esperando a que el espectáculo diera comienzo. A los pocos minutos hizo aparición el violinista, compositor y director de orquesta Bruno Axel, quién con pocas palabras nos da a entender que no van a poder proyectar la película entera y que seguramente salten partes de diálogos en los que no hay música para centrarse directamente en las parte que interesa. Así comenzó la primera parte del concierto y así, con los cortes anunciados, transcurrió a pesar de las quejas de algunos miembros del público. 

 

Después de un breve descanso de 10 minutos, la actuación continuó desde donde la habíamos dejado, esta vez sin ningún corte. La orquesta fue impecable en la ejecución de las obras, la dirección de Bruno clara y concisa. Exceptuando algunos fallos de interpretación poco perceptibles al oído no musical fue una actuación memorable y que sin duda hizo justicia a la partitura de Williams. Los leitmotivs más famosos como el Flying theme de una de las últimas cues al final de la película (Escape, Chase, Saying Goodbye) arrancaron estruendosos aplausos del público e incluso alguno se levantó emocionado.

           

Sin embargo, una cuestión a resaltar es precisamente el comportamiento del público que acude a este tipo de eventos. Si bien la interpretación de una banda sonora en directo con la película proyectada a la vez puede parecer una magnífica idea para atraer a un público que normalmente no consume música interpretada por una orquesta en un concierto, la atención de este público se centra mucho más en lo que pasa en la pantalla que en lo que está sucediendo en el escenario. Por no mencionar también las constantes interrupciones con risas, exclamaciones y comentarios de los espectadores en referencia a lo que sucedía en la película y no en la orquesta. Se podría decir que la orquesta y el director cumplieron tan bien su papel cinematográfico de formar parte de un todo que el público ni siquiera notó que estuvieran allí.

           

Pero la cara buena de esto es que conciertos así demuestran que disfrutar de la música clásica en un ambiente distendido y menos clasista es posible. Citando al célebre director de orquesta Daniel Barenboim: la música clásica es clasista porque los que tienen poder dentro de ese mundo así han querido que sea. La solución a las salas de conciertos vacías está en la educación, en enseñar a todo el mundo a poder apreciarla. Que alguien se levante a aplaudir de forma espontánea en medio de su pieza favorita secuestrado por la emoción que le produce escuchar dicha obra puede estar mal visto a ojos de según a quién se pregunte. No todos los espectadores quieren ser partícipes del convenio social de etiqueta y seriedad de la música clásica. Este tipo de eventos brindan al público la oportunidad de ser partícipe del fenómeno musical de su tiempo. Acercar más la música clásica a la gente es posible. Con enfoques alternativos y cercanos al público como este, a corto plazo, y con una buena educación musical a largo plazo, quizá consigamos que cada vez más las nuevas y no tan nuevas generaciones acudan a las salas de conciertos.

 

Pablo Abarca.

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